Entre la sociedad se escuchan comentarios constantes acerca de los enfrentamientos armados de las recientes semanas y unas a otras las personas se advierten: “Si sales, no demores mucho, pues está anunciada una balacera en X lugar”.
Acapulco fue uno de los centros turísticos nacionales que se desarrollaron y alcanzaron fama mundial en poco tiempo. Es referente de tradición y de buen ambiente. Además, es el centro económico y político del estado de Guerrero, y cuenta con lugares para todos los gustos. Es sin duda una ciudad con un amplio potencial.
Como nativo de esa ciudad resulta muy doloroso ver su negativa transformación. Se rumora que la reciente violencia es resultado de pactos entre una facción política y una narcotraficante que se están encargando de preparar su terreno para las próximas elecciones de 2011.
No podemos preocuparnos por la violencia en tanto que afecta al turismo, se trata de un fenómeno que daña a la sociedad de manera general y algo debe hacerse para frenarla. Más que como destino turístico, necesitamos repensar Acapulco como el hogar de millones de personas que necesitan contar con un entorno favorable para desarrollarse.
Después de escribir esta breve reflexión he llegado a pensar que si tendría una respuesta para quien criticara la situación actual de Acapulco; con todo orgullo le diría: “los grandes pueblos pasan por duras pruebas que los hacen crecer”. El presente le demanda más que nunca a los habitantes de Acapulco dar lo mejor de sí para devolverle la esperanza a su ciudad.