martes, 24 de noviembre de 2009

De Peter a Edie (Carta III)

Boston, Massachusetts 24 de Noviembre de 2009
Mi gran amiga Edie Pearce:

Es un gran placer para mí estarte escribiendo, sabes que me gusta mucho escribir cartas y afortunadamente a ti te encanta leerlas, nos entendemos muy bien. Espero que el frío de Nueva York no te esté afectando mucho, tu qué siempre te enfermas fácilmente.

Quiero decirte que apoyo completamente las últimas decisiones que has tomado, sobre todo aquellas con respecto a Nathan. Lo traté muy poco cuando te acompañó a Boston a la fiesta de tu hermana, me agradó pero me sorprendió mucho cuando me dijiste que se hicieron novios.

No me puse feliz con la noticia, en lo personal no podía creer que hubieras renunciado a tus convicciones para experimentar el amor de pareja, tu siempre me inspiraste a ser paciente y dejar al tiempo hacer su obra y sí que fue muy extraño el verte en el papel de la novia cursi. Pero bueno, respeté tu decisión completamente, pues siempre te he considerado una chica muy madura, además de que sentí que tu relación no iba a ser muy relevante en tu vida y que terminarías aprendiendo muchas cosas.

Pero bueno, eres el tipo de personas a quienes los errores los hacen mejores y logran sobreponerse con madurez, así que estoy muy tranquilo y feliz por ti, ya verás que luego conocerás al hombre que te mereces y vivirás la love story que tanto has soñado.

Yo he estado muy presionado estos días. La universidad me ha agotado mucho y requiero un descanso urgente, ahora estoy un poco triste porque no podré visitar a mi familia en Los Angeles para el día de acción de gracias, pero cuento con que Maxxie me invite a celebrar con su familia, de lo contrario ya veré como me sobrepongo a esto.

Aunque no lo creas –porque nunca te lo digo- te extraño mucho. En verdad que no sé como pudiste dejar Harvard para irte a estudiar economía a Columbia, tienes mucho talento como abogada, regresa!, además eres mi mejor amiga y es duro no tenerte para contarte lo que me pasa y para ir al cine, nadie es tan tolerante conmigo respecto a mis gustos cinematográficos como tú. Tu vida en Nueva Cork es lo único que no me gusta de nuestra amistad, por lo demás he de decirte gustoso que me hace muy felices tu amigo.

He aprendido mucho de ti y lo sigo haciendo, cada consejo que me das, cada pelea que tenemos, cada debate político y cada broma tonta es un gran regalo de Dios para mi vida. Es muy curioso ver como te convertiste en alguien fundamental para mí, me intriga la dinámica de la vida, jamás hubiera imaginado que te conocería y que fuéramos a ser tan buenos amigos.

Lamento no ser valiente y hablarte de todo lo que me sucede pese a que tú siempre estás dispuesta a ayudarme. El ser abierto es algo que no se me da, además tú presionas mucho y eso me bloquea, necesito que respetes mi ritmo y que seas paciente, hay cosas que por ahora son temas que no me animo a tocar contigo, pero con el tiempo verás que lo haré, porque déjame decirte que existe la confianza, mas no el valor.

Me despido Edie, espero que mi carta te alegre el día. Haz planes para que en invierno vayas a Los Angeles y me des mi abrazo de cumpleaños personalmente, por ahora estoy convenciendo a Maxxie de ir, nada me haría más feliz que tener a mis dos mejores amigos en ese día tan especial, aunque no sé si mi amistad con él esté en excelentes términos.

Cuídate mucho querida Edie, no dejes de escribirme y no te preocupes por el príncipe azul, ya llegará.


Peter Maloney

domingo, 22 de noviembre de 2009

Soy un inglorious bastard!

Me encanta el título de la última película de Quentin Tarantino: “Inglorious Basterds”. Independientemente de la trama y lo buena o mala que pueda ser la película, esas palabras me inyectan ánimo de lucha, por ello, he decidido crear mi propio concepto de lo que es ser un bastardo sin gloria.


La idea de ser un inglorious bastard es no tener piedad ante la injusticia –he de reiterar que esto es independiente de la trama de la película- , el tener una rabia muy grande en contra de quien o lo que está dañando a la humanidad, a tu prójimo, tu hermano, a quién pudiera ser tú.

Ser un inglorious bastard no significa ser un sanguinario sin corazón, por el contrario, significa tener un profundo amor por quien sufre y querer acabar con lo que le impide gozar de una vida plena, significa luchar, acabar con lo podrido, con lo que no debe existir.

Un inglorious bastard aborrece el mal, lo detesta y tiene hambre de justicia. Lo mejor de todo es que el modus operandi de uno de estos tipos va de acuerdo a lo que quiere conseguir, es coherente, íntegro; jamás se rebajará a herir como lo hace un salvaje que destroza a un inocente, o a un culpable. La meta y la lucha son una misma cosa.

Un inglorious bastard sabe dar castigos ejemplares, impone el bien sobre el mal y da todo en el campo de batalla. Su noción de violencia radica en el valor, en decidirse a desprenderse de sí mismo por el bien del que está a su lado, rechaza su comodidad y pelea.

Un inglorious bastard es la résistance!, le rebelle!, le révolutionnaire! Espíritu de lucha es lo que le sobra, sabe que no es perfecto, que falla, que se equivoca, pero se levanta con la frente en alto, sabiendo que no vale la pena lamentarse, que eso es perder el tiempo, tiempo que hay que aprovechar para salvar a un hermano.

Un inglorious bastard no quiere la gloria para sí, sabe a quién le corresponde y con valentía acepta trabajar para él. Se entrega para que quien lo merezca sea glorificado. Es el más brioso de todos los guerreros en tanto que es el más humilde, jamás un inglorious bastard hará alarde de sus resultados, porque nunca fueron planeados para él mismo.

La vida es para un inglorious bastard un campo de batalla permanente, uno donde su vida es secundaria frente a la necesidad de devolverle el amor, la esperanza, la alegría, la dignidad, la amistad, la vida, a todo el que lo necesita, a todos. Soy un inglorious bastard y estoy en misión, cuidado!

lunes, 16 de noviembre de 2009

Buen puente!

De repente no me alegra mucho la idea de tener un puente. Mi familia está lejos de la ciudad e ir a visitarlos implica casi todo un día de viaje por carretera, y para el avión simplemente no me alcanza, y sin ellos los días de descanso no son igual. Y por si fuera poco algunos de mis amigos salen fuera de la ciudad y los que se quedan están llenos de compromisos familiares. Así que se vuelven días solitarios y lentos.

Pero en este puente decidí no centrarme en el lado positivo y aprovecharlo para arreglar algunos pendientes. El sábado estuve en casa de una gran amiga y pasé una tarde muy divertida y relajante. Al llegar a casa quedé impactado con lo desarreglado que estaba mi cuarto y por el cúmulo de ropa que tenía que planchar y lavar, así que no me detuve y comencé la primera etapa de saneamiento de mi hábitat.

La noche del sábado no me bastó y la cuestión de la limpieza permaneció pendiente. El domingo en la mañana me apresure para llegar temprano a mi iglesia, pues estoy a cargo de invitar personas y desde hacía dos fines de semana había ignorado mi responsabilidad. Llegué y desafortunadamente no había folletos de invitación listos para repartir, así que tuve que prepararlos, labor que me absorbió toda la hora destinada a salir a las calles a invitar, pues nadie de mi equipo llegó y tuve que hacer todo solo. Al menos ya hay unos setenta folletos listos para el próximo domingo.

Después de escuchar una excelente predicación, cantar y convivir con los hermanos de la congregación me dispuse a ir a comer a un restaurante modesto. Durante mis días de universidad como cualquier cosa que quite mi hambre y nunca lo disfruto; ese día comí con mucha calma y hasta pude leer un fragmento de un libro muy interesante.

Posteriormente llegué a mi casa y estuve arreglando un poco mi cuarto y oyendo música, hasta que revisé mi correo y recordé que debía mandar unas tareas atrasadas y me puse a hacerlas y luego a mandarlas. Al terminar, y al mismo tiempo que veía uno de esos ridículos programas de domingo, continué con el saneamiento de mi cuarto y dejé mi cama impecable.

En plena noche me dio gran curiosidad saber cual es el conflicto en la República Democrática del Congo y estuve leyendo sobre él en Internet hasta que el sueño que venció; he de decir que el conflicto es muy interesante y tenebroso.

Hoy por la mañana lavé mi ropa sucia, la que es delicada la llevé a la tintorería, planché algunas prendas, lavé trastes, y otras tareas domésticas. Fui de nuevo a un restaurante donde la comida era de mediana calidad, luego vi un fragmento de la película Inglorious Bastards (me encanta el título jaja) y hasta que fueron las cinco de la tarde fui a correr al parque Viveros, sólo 4 kilómetros!!, pues me empezó a doler el riñón y oscurecía rápidamente. Volví a mi casa e hice algo de ejercicio, lo cual me sentó muy bien, pues hacía mucho tiempo que no hacía y me sentía atrofiado; en verdad me relajó.

Así fue como pasé mi puente, estuve contento, lo disfruté ampliamente y ya quiero que haya otro, bueno, ya están a la puerta de la esquina las vacaciones, así que esperaré. Como ven, hice muy poca tarea, por ello, tendré que quitarme unas horas de sueño y ponerme a trabajar en unos pendientes de la universidad, pero ya con más entusiasmo, pues me relajé y la pasé muy bien.

sábado, 14 de noviembre de 2009

De Peter a Maxwell (Carta II)

Boston, Massachusetts 14 de noviembre de 2009

Querido Maxxie Bolton:

Espero que te esté yendo muy bien. Recuerda que no debes bajar el ritmo en la universidad, tú, al igual que yo, estamos en Harvard con gran sacrificio, así que no podemos darnos el lujo de no aprovecharlo. Si estás teniendo algún problema con alguna clase, dímelo y haré lo posible por ayudarte. Organiza tus prioridades, comprendo que tu relación con Miranda esté mejor que nunca, pero no por ello pierdas el suelo.

Después de ese exhorto fraternal, que ya se está haciendo costumbre en nuestra amistad, te voy a hablar acerca de una reflexión que hice y que derivó en una decisión. El conflicto amoroso con Amelia Collins ya lo conoces, pero se ha intensificado porque hace una semana conocí a una nueva chica, su nombre es Consuelo Santeliz, es colombiana y también estudia leyes en Harvard.

Consuelo me gustó mucho, es una mujer inteligente, decidida y con carácter, pero que no se desprende de su papel de dama en ningún momento; me motiva a ser atento, cuidadoso y tierno, además de que disfruto su compañía. Conocerla no hizo más que mortificarme más. Amelia nunca respondió la carta que le envié y no nos hemos visto en mucho tiempo, lo que me hace pensar que no está interesada en mí, por ello, llegué a considerar a la colombiana como una candidata idónea para el love story que quiero vivr.

Te confieso que Consuelo si despertó un interés real de mi parte, que hizo incluso que dejara de verla como una aristócrata inalcanzable y planear como conquistarla, pero tuve que detenerme. Tú conoces bien mi postura frente a las relaciones, sabes que estoy en espera del momento apropiado para dejarme impactar por una realidad tan única, no obstante, en estas últimas dos semanas de decepción con Amelia y la posibilidad de conquistar a Consuelo me encontré cuestionando mis convicciones.

Tu alegría respecto a Miranda y la noticia de que Edie comenzó un noviazgo con quien yo menos imaginé, fueron aspectos que resultaron mortificantes para mí. Llegué a pensar que estaba siendo demasiado inflexible con Amelia, que la estaba juzgando por no ser una chica de comportamiento tradicional y que estaba dando demasiado peso a que ella no apreciara a Dios tanto como yo, pero luego, al verme dispuesto a conquistar a Consuelo, que es un tanto frívola y que tampoco valora a Dios, me di cuenta de cual era el problema.

El conflicto radicaba en que estaba buscando muy egoístamente tener una relación sólo por llenar un vacío, por autoafirmarme, por curiosidad, para vivir lo mismo que Edie y tú. Las causas que me motivaban a planear conquistas, a cortejar y a soñar, no eran justas para quienes eran objeto de ello, las estaba utilizando. De seguro piensas que me estoy juzgando mucho y que mi religiosidad me atormenta, pero no se trata de eso, se trata de convicciones.

En la actualidad me encuentro relajado y tranquilo. Platiqué con el profesor Charles Martin, quien es un gran consejero, y me indicó muchas cosas que afianzaron mis convicciones. Maxxie, he decidido esperar, dejar de presionarme y dejar de verme como alguien incapaz de amar o alguien que debe “atreverse”, sé que quedan muchas cosas que mejorar de mi persona, pero quiero serle fiel a Dios.

Eres mi mejor amigo, pero nunca te he dejado claro cuan importante es Dios en mi vida y es por eso que te digo que me importa muchísimo, él tiene lo mejor para mí y yo quiero tomarlo; mantener esa decisión es muy duro y veces quieres decidir por ti mismo, tal como me pasó a mí , pero es la fe la que te sustenta y te sorprende, por eso estoy más convencido que nunca de querer dejarlo actuar en mi vida.

Has de pensar que me preocupo demasiado por cosas que tienen una solución sencilla, pero créeme que me resultan una gran prueba y al mismo tiempo un regalo, es por ello que te las comento. Gracias por leer las pesadas narraciones de mis penas, esto vale mucho para mí. Lamento que nuestras ocupaciones nos impidan convivir mucho, pero estoy muy contento de que seamos los mejores amigos del mundo. Te mando un fuerte abrazo.

Peter Maloney.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Hora de jugar RISK

Desde que era niño los juegos de mesa me han fascinado. Recuerdo que siempre me emocionaba al ver los comerciales de televisión en los que los anunciaban y comenzaba a considerarlos para mi carta de Santa Claus y la de los Reyes Magos (les exigía regalos a ambos).

Cada juego de mesa que me compraban mis papás era un gran motivo de alegría, me encantaba abrirlos y ver el tablero y las piezas, y rápidamente le pedía a mi mamá que jugara conmigo, a lo cual accedía la mayoría de las veces. Desafortunadamente, la emoción duraba poco, no porque me dejaran de gusta, sino porque no tenía con quien jugarlos, y sin jugadores, pierden todo su sentido.

Era por eso que amaba las reuniones anuales familiares, pues significaban la llegada de muchos primos con los que podría jugar, aunque a veces tenía que esforzarme de que se trataba de algo divertido, pues muchos preferían hacer travesuras diversas.

Crecí aprovechando cualquier oportunidad para jugar mis arios juegos de mesa, hasta que hubo un juego que me motivó a redoblar mis esfuerzos para ganar partidarios: el Turista Mundial, que llegó a convertirse en mi gran favorito.

De los once años hasta ahora varias partidas de turista mundial tengo en mi haber, pero ahora un juego llamado Risk amenaza por convertirse en el favorito, pues éste integra muchos elementos de nuestra carrera, como la geopolítica, le negociación y la estrategia, y se vuelve totalmente apasionante.

Les hablo de Risk porque me sorprende cuanto puede obsesionarse la gente con él. El sábado, en la fiesta de cumpleaños de mi mejor amigo, cuatro jóvenes comenzamos a jugarlo alrededor de las once de la noche, y para cuando dieron las doce, la tensión caracterizaba el ambiente. Se habían formado y roto alianzas, ganado batallas e intercambiado cartas que te proporcionan más capacidad militar. Los jugadores nos apasionamos tanto que la partida se prolongo hasta las cuatro y media de la mañana, y aún así no hubo desenlace.

Lo que puedo presumir como mi mejor cualidad durante el juego fue mi capacidad de influir en las decisiones de los demás y mi talento por hacer alianzas, pues el ejército con el que contaba era muy débil; me había ido muy mal durante la primera hora y cualquier jugador pudo haberme eliminado sin problema, pero con los otros tres jugadores hice pactos de no agresión o determinadas concesiones que me permitieron ocupar un segundo lugar y estar vigente hasta el momento en que paramos el juego.

El Turista Mundial y Risk me encantan, ambos tienen el factor internacional que les da un toque especial, pues a fin de cuentas las reglas del juego caben dentro de la política. El problema de conseguir jugadores persiste, pero ya lo estoy resolviendo adiestrando a mis primos pequeños, además de seguir motivando a mis amigos a entrarle a estos juega de mesa, que más bien son simulaciones de la lucha por el poder mundial.

martes, 3 de noviembre de 2009

De Peter a Amelia (Carta I)

Boston, Massachussetts
4 de Noviembre de 2009

Querida Amelia Collins:

Me dirijo a ti porque considero altamente necesario aclarar lo que sucede entre nosotros. Para poder hacerlo he de remitirme al pasado, al momento en que te conocí, pues desde entonces comencé a estar en deuda contigo. Apareciste y visualicé una posibilidad, una posibilidad de experimentar una historia de amor como aquellas de las películas de Cary Grant: divertida, fresca y caracterizada por la entrega.

Te digo que desde entonces te estoy en deuda porque fui totalmente egoísta, yo quería vivir un romance, pero nunca te pregunté si tu querías protagonizarlo conmigo, te sustraje de tu rol de la compañera inteligente y risueña de la clase para colocarte en mis sueños y esperanzas. Perdóname Amelia, nunca quise robarte tu libertad.

Pero no me detuve, decidí intentarlo. Ya me decían Edie y Maxi que esto de las relaciones de pareja tiene mucho que ver con tomar riesgos y que no perdía nada con lanzarme a la aventura, a la conquista. El problema fue que tenía miedo a fallar, y aunque opté por el riesgo, me limitaba; quería darte a un caballero, a un hombre inteligente y cariñoso, quería ser tu novio ideal. De nueva cuenta, no te pregunté si tú querías, y es por esto que pongo a tu consideración una segunda disculpa.

Pero no me detuve, seguí intentándolo. Te ahuyenté, lo sé. Nadie puede disfrutar de la compañía de alguien que se juzga constantemente, que no se considera digno de un amor especial. Pero he de confesarte que tú también me ahuyentaste: te vi perder tu inocencia y tu dulzura para transformarte en el personaje de mujer luchadora y liberada, mas no te puedo juzgar, tu estabas queriendo ser alguien tanto como yo lo hacía, y entonces, vislumbre el final.

Pero no me detuve, lo intenté de nuevo. Esta vez me sorprendiste, te pude admirar y ver como la más grandiosa de todas las muchachas. Conversábamos, reíamos, nos apoyábamos. Desafortunadamente te fallé, busqué la manera de sacarte de mis pensamientos y de negarte a mi corazón. Tenía miedo Amelia, miedo de ti, miedo de mí y del amor. Es momento de ofrecerte una tercera disculpa, esta vez por mi cobardía, por dejarte ir, por no entender que me brindabas una oportunidad.

Ahora, Amelia, no sé si detenerme o volverlo a intentar. Esta carta es una súplica de una respuesta, de una señal, de un motivo. Aquí estoy Amelia, despojándome del miedo y mi comodidad, desolado, vulnerable. El día en que respondas esta carta seré feliz. Sólo eso te pido, una respuesta. Te devuelvo tu libertad, sé tú misma, ya no más el objeto de las ilusiones de un egoísta.

Te quiere,

Peter Maloney