martes, 22 de noviembre de 2011

Dios y la intervención humanitaria

Vaya tema en el que me estoy metiendo. Nunca es fácil vincular religión con política; con facilidad se crea polémica y se despierta el monstruo de la pasión, y aquel que se avienta a establecer un vínculo entre ambos campos pronto es calificado como "fundamentalista" o "fanático", y mucho más en una era como la nuestra, en la que una derecha recia ha hecho ver a la religión como enemiga del progreso y una izquierda ansiosa de libertad pregona la falsa idea de que "todo es relativo".



Pero bueno, me quiero animar a hacerlo, y con sincera humildad, pues no soy experto ni en teología ni en high politics (aunque ambos temas me apasionan increíblemente). Así que hoy inauguro una reflexión que seguramente tomará varios meses concluir, probablemente tenga dificultades para continuarla, apuesto a que algunas veces pareceré un loco radical y muchas otras un utópico empedernido, pero es un ejercicio/capricho intelectual del que tengo muchas ganas, ya que no podría presentarlo como tesis de licenciatura por aquello de la objetividad y las sensibilidades de algunos "intelectuales".



Hoy simplemente pondré sobre la mesa un elemento para la reflexión: la labor de un gobierno no puede contrariar el propósito de la existencia del hombre. Es más, tiene la responsabilidad de coadyuvarlo y verlar por su cumplimiento. Entonces, cabe responder la pregunta ¿para qué existe el hombre? Sin afan de soberbia, creo tener una respuesta.



Tenemos que ver la historia de la creación, en particular la relación Dios-Adán. ¿Cómo era esa relación? De acuerdo al libro de Génesis, se trataba de una relación perfecta entre creador y criatura, todo en grandiosa armonía y con potencial de eternidad. Dios primero crea el escenario idóneo para la vida, hace los mares, los cielos, los árboles, los animales y todas las otra bellezas de la creación.



Y pese a lo grandioso que ya había construido, el sexto día del proceso llega al punto máximo: la creación del hombre (y la mujer claro, sólo que utilizaré el término genérico). Lo que dice la Biblia de este momento es impresionante, Dios no estaba dando vida a una criatura cualquiera, sino que puso lo mejor de sí para crear a su ser más amado.



Dice la Biblia:



Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.....
Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera...."



Con esto podemos aprender el gran valor que Dios da al hombre, lo mucho que puso de sí ("a su imagen") y la unidad que deseaba de éste con el resto de la creación. Sólo puede haber una razón para tanta dedicación al crearlo: amor, ¿a cambio de qué? de nada, la creación del hombre es resultado de la gracia de Dios, y la respuesta del hombre a esa gracia sólo podría generar más amor. Por lo tanto, la relación Dios-criatura tenía como motivación, motor y meta al amor.



Es importante tener esto muy claro para generar un enfoque cristiano de la intervención humanitaria; la razón por la que Dios creó al hombre debe colocarse como eje del análisis. No creo que Dios se quede cruzado de brazos cuando ve el sufrimiento de quienes fueron creados a su imagen y bendijo para gozar de toda la creación, pero el hombre no es un ser pasivo, ante todo era libre, y esa libertad nos ha costado mucho como especie, aunque de este aspecto hablaré más adelante.



Con lo dicho hasta ahora, podría parecer que la conclusión es sencilla: es totalmente compatible la intervención humanitaria con el cristianismo. Pero mucho falta por analizarse, el tema es verdaderamente complejo. Ya habrá ocasión para reflexionar sobre los intereses detrás de las acciones militares de paz, del afán liberal por los derechos humanos que a veces se simplifica en exceso, de los gobiernos que maltratan a sus ciudadanos y de política internacional, mucha apasionante y dolorosa política internacional, todo ello fuertemente ligado a la caída del hombre.


Hoy sólo quiero iniciar la reflexión y de ser el caso, el debate. Como cristianos, estamos llamados a inmiscuirnos en nuestro mundo inmediato para hallar soluciones justas y sabias. El debate de la intervención humanitaria atraviesa posiciones diversas, incluso dentro del cristianismo, pero hay que atreverse a discutirlo, pues al fin de cuentas lo que está en juego es la vida del hombre, de aquello que Dios creó para establecer una relación perfecta de amor y que hoy más que nunca se vislumbra como un propósito imposible de cumplir.

viernes, 18 de noviembre de 2011

TIEMPO LIBRE Y SER LIBRE

“Dime en qué gastas tu tiempo libre y te diré quién eres”, ese es un nuevo dicho que propongo, considerando que tiene una gran verdad que la experiencia y la observación me han enseñado.
El tiempo libre constituye una pausa en la vida sólo para ti, en el que tienes capacidad plena para decidir qué hacer, por lo que los deseos más profundos de tu corazón, tus preocupaciones y tus prioridades quedan de manifiesto en esos momentos de ocio.


Decidí escribir sobre este tema porque me he dado cuenta de dos cosas: 1) que no estoy aprovechando como quisiera mi tiempo libre y 2) que neta hay gente que desperdicia su tiempo libre, gastándolo en tonterías.


Hablaré sobre lo primero. El tiempo libre es un momento ideal para cultivar tu relación con Dios y ocuparte de tu desarrollo personal, y de repente me veo gastándolo en muchas distracciones, ya no tanto en facebook, pero sí en las miles de ligas de información de twitter o investigando cosas que no son cruciales para mi vida como reseñas de películas o las vidas de un sinfín de personajes históricos.


Esto me demuestra que me falta mucha actitud y agresividad para perseguir a Dios. No se le puede seguir siendo un distraído, él requiere todo de nosotros, requiere cada momento. Darme cuenta de esto fue un verdadero shock: mil veces he exhortado a gente a entregar su vida a Dios y creo profundamente que debería ser nuestro motivo de vida, pero no lo estoy poniendo en práctica con tanta seriedad.


Y vaya que he tenido oportunidades de vivir momentos de dedicación a Dios, pero los he dejado pasar, por distracciones y ansiedades. Eso es algo que todos los cristianos deberíamos superar. Dios nos creó para amarle y para ser amados por él, pero con poca seriedad lo asumimos y no vivimos con esa verdad ni en la mente ni en el corazón, ¡que horrible!


Sobre lo segundo, bueno….! Mucho se puede decir, pero en particular quiero señalar a los jóvenes cristianos, ¿para qué? Para invitarlos a cambiar. De verdad les digo que si no despiertan y dejan su burbuja de comodidad, no podrán gozar lo que Dios tiene para ustedes, y además, no podrán ser los agentes de cambio que urgentemente se necesitan.


Veo a la juventud cristiana actual muy encuadrada en las tendencias actuales de la vida. Poca diferencia hay entre un joven cristiano y un “niño bien” ordinario. Ninguno de los dos cometen pecados escandalosos y evidentes (aunque seguramente en secreto se dan algunas indulgencias), ambos se comportan de una manera socialmente aceptable y lo más lamentable, ambos tienen prioridades muy alejadas del propósito de Dios para su vida!


Esto se evidencia cuando vemos la forma en qué jóvenes cristiano utilizan su tiempo libre. ¿Cuánto tiempo” facebookean” y qué hacen allí? ¿Qué películas ven y qué música escuchan? ¿Con quién salen y a dónde van? ¿Cuánto se ocupan de sus parejas y de su aspecto físico? En fin, esto nos dice mucho de qué sucede con la juventud cristiana actual, y el panorama es verdaderamente desolador.


Quizás suene muy radical y espantado, quizás puedan decir, “ser cristiano no es contario a ser moderno y divertirte” y déjenme decirles que claro, no hay nada de malo en acceder a las tecnologías, salir con los amigos y de más, pero ¿qué está siendo la motivación de todo ello? Eso es lo que me preocupa. No es el uso del tiempo libre lo esencial, sino lo que dice de nuestro corazón la manera en que lo invertimos.


De manera urgente necesitamos abrir los ojos, y podemos comenzar respondiéndonos con toda honestidad la pregunta “¿cuál es la prioridad en mi vida?”. Neta, si la respuesta no es Dios, pues qué triste, cada quien es responsable de su vida y espero que pueda darse cuenta del error que comete y modificar su rumbo. Y si en verdad es Dios tu meta última, pues hay que echarle ganas, no desanimarse por los errores, sino mejorar nuestra actitud y luchar por vivir entregados.


Absolutamente creo que los jóvenes son un sector fundamental para el progreso de cualquier sociedad, especialmente los jóvenes cristianos. Desafortunadamente, si no nos entregamos a Dios, estamos condenados al fracaso. No por favor, no sean jóvenes como cualquiera, valoren su condición y den un paso adelante. Basta de vivir preocupados por la fiesta del sábado, por un noviazgo inmaduro, por tener posesiones materiales, por estar a la última moda, etc. En verdad chicos, nuestra responsabilidad con el mundo es enorme, no hay que fallar.



martes, 15 de noviembre de 2011

Dios ama al despistado

Ser despistado tiene su ventaja en términos de tu relación con Dios: cada día es una oportunidad de ver su gracia en tu vida. No hay momento en que estés libre de riesgos y cometes errores en cosas mínimas, pero él siempre sale al rescate y aprendemos a confiar más y más.


Para el mundo ordinario, los despistados somos un fracaso como personas; recibimos críticas, reclamos, miradas de desesperación y de más, y vaya que lo sé. Hoy, en mi trabajo me topé con la frase/ideología “si se equivoca en cosas mínimas, ¿cómo le irá en lo sustantivo?”. Para algunos, cometer errores es imperdonable y no tardan en asignarte etiquetas como “caso pérdido”. Pero ánimo mis amigos despistados, hay bendiciones esperando, lo único que tenemos que hacer es equivocarnos, como de costumbre jaja.


Antes de tener mi primer empleo, yo era un hombre muy severo. Severo con las personas y las circunstancias, pero sobre todo, severo conmigo mismo. Creo que todavía lo soy, y por ello, Dios ha decidido intervenir con fuerza para hacerme cambiar, y vaya que se está luciendo en esa labor.


Al principio no soportaba la idea de haberme equivocado, ponía todas mis fuerzas en corregir los errores y con vigor me esforzaba para devolver el rumbo a las cosas. “Soy capaz de todo”, pensaba, pero Dios quería mostrarme que no,y todavía mejor: él quería mostrarme que no era necesario que lo fuera, que él estaba a cargo.

De cada error cometido he aprendido mucho. Naturalmente procuro ser más cuidadoso y tener las mínimas fallas, pero la lección más grande ha sido saber que Dios en realidad se ocupa de todo. En verdad que es un aprendizaje muy nuevo para mí y asumirlo me ha representado mucho dolor: he visto morir a Don “soy capaz de todo”, y sí que cuesta dejar morir a alguien a quien antaño considerabas la meta última y que nutrías con todo tu ser.


Pero ya comienzo a pensar distinto. Si con cada error voy a ver la perfecta mano de Dios en mi vida, pues entonces quiero equivocarme siempre, quiero seguir siendo el más torpe despistado del mundo! No saben lo duro que ha sido aceptar que soy un despistado. Muchas veces critiqué a quien lo era, y me propuse tener una vida de perfección y éxito.


Ahora con alegría puedo decir que soy un despistado a quien Dios ama. Hoy en día, el único ámbito en el que no quiero ser torpe es en escuchar la voz de Dios, dejarme guiar por él y depender de él. Por lo demás, me esforzaré en la medida de mis posibilidades y sin castigarme de más.


Así que, despistados del mundo, no se desanimen aunque todos los miren feo y hablen a sus espaldas. Relájense y estén tranquilos cuando les griten por lo que su distracción provocó. Pónganse en manos de Dios, corrijan el error en la medida de sus posibilidades y tengan mucha fe, él está a cargo siempre.


Quizás me corran de mi trabajo por tanto error cometido. Si eso pasa, será triste, naturalmente, pero me habrá quedado una gran lección: es posible depender de Dios, porque realmente él se hace cargo de nosotros en todos los aspectos.

Bendiciones a todos.