martes, 15 de noviembre de 2011

Dios ama al despistado

Ser despistado tiene su ventaja en términos de tu relación con Dios: cada día es una oportunidad de ver su gracia en tu vida. No hay momento en que estés libre de riesgos y cometes errores en cosas mínimas, pero él siempre sale al rescate y aprendemos a confiar más y más.


Para el mundo ordinario, los despistados somos un fracaso como personas; recibimos críticas, reclamos, miradas de desesperación y de más, y vaya que lo sé. Hoy, en mi trabajo me topé con la frase/ideología “si se equivoca en cosas mínimas, ¿cómo le irá en lo sustantivo?”. Para algunos, cometer errores es imperdonable y no tardan en asignarte etiquetas como “caso pérdido”. Pero ánimo mis amigos despistados, hay bendiciones esperando, lo único que tenemos que hacer es equivocarnos, como de costumbre jaja.


Antes de tener mi primer empleo, yo era un hombre muy severo. Severo con las personas y las circunstancias, pero sobre todo, severo conmigo mismo. Creo que todavía lo soy, y por ello, Dios ha decidido intervenir con fuerza para hacerme cambiar, y vaya que se está luciendo en esa labor.


Al principio no soportaba la idea de haberme equivocado, ponía todas mis fuerzas en corregir los errores y con vigor me esforzaba para devolver el rumbo a las cosas. “Soy capaz de todo”, pensaba, pero Dios quería mostrarme que no,y todavía mejor: él quería mostrarme que no era necesario que lo fuera, que él estaba a cargo.

De cada error cometido he aprendido mucho. Naturalmente procuro ser más cuidadoso y tener las mínimas fallas, pero la lección más grande ha sido saber que Dios en realidad se ocupa de todo. En verdad que es un aprendizaje muy nuevo para mí y asumirlo me ha representado mucho dolor: he visto morir a Don “soy capaz de todo”, y sí que cuesta dejar morir a alguien a quien antaño considerabas la meta última y que nutrías con todo tu ser.


Pero ya comienzo a pensar distinto. Si con cada error voy a ver la perfecta mano de Dios en mi vida, pues entonces quiero equivocarme siempre, quiero seguir siendo el más torpe despistado del mundo! No saben lo duro que ha sido aceptar que soy un despistado. Muchas veces critiqué a quien lo era, y me propuse tener una vida de perfección y éxito.


Ahora con alegría puedo decir que soy un despistado a quien Dios ama. Hoy en día, el único ámbito en el que no quiero ser torpe es en escuchar la voz de Dios, dejarme guiar por él y depender de él. Por lo demás, me esforzaré en la medida de mis posibilidades y sin castigarme de más.


Así que, despistados del mundo, no se desanimen aunque todos los miren feo y hablen a sus espaldas. Relájense y estén tranquilos cuando les griten por lo que su distracción provocó. Pónganse en manos de Dios, corrijan el error en la medida de sus posibilidades y tengan mucha fe, él está a cargo siempre.


Quizás me corran de mi trabajo por tanto error cometido. Si eso pasa, será triste, naturalmente, pero me habrá quedado una gran lección: es posible depender de Dios, porque realmente él se hace cargo de nosotros en todos los aspectos.

Bendiciones a todos.

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