martes, 27 de abril de 2010

Dulce Refugio

En las pasadas vacaciones de semana santa asistí al campamento juvenil que mi iglesia organizó, la experiencia fue genial en todos los sentidos, pero un detalle en apariencia insignificante llamó mi atención todo el tiempo. El pastor organizador nos entregó el programa de actividades y la lista de canciones a utilizar durante los servicios. Una de esas canciones tenía el título de “Dulce Refugio”; jamás la había escuchado y como no sabía como cantarla, me centré en leer la letra y cantar con voz baja mientras seguía a los demás.

Aunque me gustó la letra de la canción, no me sentía identificado con ella. Otras personas creyentes que conozco dicen constantemente que Dios es su refugio, y aunque siempre he estado de acuerdo con ello e incluso podía llegar a recomendarle a alguien “refugiarse” en Dios, yo no había vivido esa experiencia de manera clara.

En el campamento realicé todas las actividades de manera normal, pero no sacaba de mi mente esa canción, me había atraído mucho, aunque ninguna de mis experiencias con Dios me hacía pensar en él como un “refugio”. Pasaron los días y en algunas ocasiones me acordaba de la canción, pero nunca le di mayor importancia, para mi Dios era un amigo, un padre, un maestro, etc., pero eso que la canción clamaba.

En recientes fechas me he sentido muy ansioso por algunas cuestiones nuevas con las que estoy lidiando; me desespero, no sé que hacer, me entristezco, y quiero siempre resolverlo todo, tener todo bajo control, ser autosuficiente. Desde el viernes mi nivel de estrés se elevó; aunque sabía que podía contar con Dios para salir adelante, decidí ignorarlo y centrarme en la cuestión de “cómo iba yo” a resolver los asuntos. Hoy me sentía particularmente ansioso, incapaz de controlar las circunstancias; no pude resistir y acepté mi necesidad de refugiarme, decidí acudir al refugio que tan hermosamente se describía en la canción del campamento.

Hoy descubrí una nueva faceta de Dios, hoy pude vivir la experiencia de refugiarme en él, y estoy profundamente feliz. Obviamente una experiencia tan bella no se puede capturar en un texto, la empatía que éste puede despertar es mínima. El refugiarse en Dios es algo que debe ser vivido, es una experiencia que va mucho más allá del consuelo pasajero o un control de la ansiedad; yo creo que se trata de ver la esperanza, de tener un encuentro con ella.

Cuando vuelva a escuchar la canción de “Dulce Refugio” podré recordar este día, tendré una historia que asociar, y si bien no se ha convertido en una de mis favoritas, considero que contiene una gran verdad. Que feliz me hace cada nueva experiencia con Dios.

sábado, 17 de abril de 2010

Lecciones de una primera cita

En realidad no sé qué tan determinante sea una primera cita, pero sin duda tiene una influencia considerable en forjar el interés entre las personas que en ella participan y sentar las bases iniciales para lo que será el contacto posterior. Yo soy muy malo para las citas y cuestiones de cortejo, no obstante, hace un mes aproximadamente me decidí a intentarlo.

Creo que no fue una cita desastrosa, pero por nada del mundo la calificaría de excelente, ni siquiera de buena; el resultado fue modesto, y los errores cometidos los he tenido que pagar con un contacto frío posterior. No obstante, veo el lado positivo, he aprendido algunas lecciones importantes y sé que puedo conseguir citas con chicas a las que varios chicos no invitarían a salir por considerarlas inalcanzables. He aquí las lecciones:

1.- Jamás te embarques en una cita con una concepción de “la pimera cita es determinante, todo tiene que salir perfecto”, pues desde antes de que comience te estresarás y durante la cita estarás tan al pendiente de los detalles que no disfrutarás el momento y transmitirás nerviosismo o ansiedad. Una cita se debe disfrutar con naturalidad.
2.- Jamás plantees una cita donde la actividad a realizar no sea tu fuerte o no la disfrutes. En la cita en la que hablo invité a la chica al cumpleaños de un amigo que se celebraría en un lugar para bailar salsa, el gran problema es que yo no sé bailar!!! Y me estresa mucho no estar a la altura de los grandes bailarines que luego frecuentan esos lugares. Mi amigo fue muy noble y me dio unas lecciones relámpago que me permitieron lucir como un bailarín “decente”, pero me mantuve preocupado de hacerlo bien todo el tiempo.
3.- Jamás tengas una primera cita en un lugar ruidoso y donde haya muchos hombres “a la caza” de chicas lindas. En el lugar donde fuimos a bailar la música era espantosamente alta y nuestra plática fue atropellada, no fue tan especial ni interesante como me hubiera gustado. Además, varios tipos insistían en sacarla a bailar y la pobre chica estaba muy incómoda por tal acoso.
4.- Jamás dejes sin considerar la cuestión de transporte y distancia. Llegar hasta la casa de la chica fue una verdadera travesía por la dificultad de su colonia, afortunadamente, mi amigo de la fiesta llevaba su coche, pero para el regreso si tuve problemas porque tenía que hallar un taxi y no iba a saber darle indicaciones de cómo llegar.
5.- En la medida que se pueda evita conocer a los padres de la chica en la primera cita. Yo no pude evitar conocerlos y la verdad me causó estrés, todavía más porque el papá, aunque amable, dio estrictas instrucciones de la hora de regreso, lo que me ganó una preocupación extra por el tiempo.

Como dije anteriormente, es absolutamente algo en lo que no soy eficaz; todo pudo haber salido mejor si la cita hubiera sido de día, en un restaurante cerca de la casa de la chica y manteniendo una gran conversación, lo cual creo que si es mi fuerte. Pero bueno, todo aprendizaje es valioso y tengo una anécdota más que podré compartir algún día con mis hijos. Mientras voy aprendiendo más del tema para hacerlo mejor la próxima vez.

domingo, 11 de abril de 2010

Pausa en la vida


Algunos cambios, aunque difíciles de entender y soportar, son necesarios.
Cuando no hay honestidad y se vive con máscaras, es natural herir.
Si se huye y se evitan las miradas a la cara, no es posible continuar.
Al estar en riesgo tu crecimiento personal y tu integridad, hay que detenerse.
Cuando sabes que una amiga quiere dejar de serlo, con humildad y amor, es mejor decirle adiós.